sábado, 15 de marzo de 2014

Campesinos presos por masacre en Paraguay cumplen un mes en huelga de hambre


Cinco de los campesinos acusados de una matanza en 2012 durante una ocupación de tierras, que dejó 17 fallecidos y provocó el cese del entonces presidente paraguayo, Fernando Lugo, cumplieron hoy un mes en huelga de hambre tras casi dos años de prisión preventiva sin que se hayan esclarecido los hechos

Familiares, amigos y activistas defensores de los derechos humanos, acudieron este sábado al hacinado penal de Tacumbú, en Asunción, para celebrar un festival musical y reclamar su puesta en libertad.

Los huelguistas, que apenas se mueven de sus camas y muestran un aspecto físico debilitado, recibieron a sus familiares en la pequeña sala de Enfermería donde están instalados.

Hermanas, padres, hijos e hijas compartieron una emotiva visita con los presos, acompañados de artistas paraguayos como Ricardo Flecha, Rolando Chaparro y el Grupo Sembrador, que ofrecieron una "Serenata por la libertad" en el patio del presidio.

"Nos acusaron de invasores pero sin embargo nosotros y todos saben que esas tierras son del Estado, ellos son los invasores, nos acusan de cometer un crimen que no cometimos", dijo Rubén Villalba, uno de los presos, desde su cama. Villalba asegura haber perdido unos 11 kilogramos en el mes de huelga.





 Los cinco labriegos están prisión preventiva desde hace un año y 9 meses, y su juicio está marcado para el próximo junio. Otros seis campesinos están en arresto domiciliario.
Los once labriegos son los únicos acusados por la Fiscalía de Paraguay por la muerte de 11 de sus compañeros y familiares, y 6 policías durante el desalojo de una protesta en una zona rural de la ciudad de Curuguaty, a unos 250 kilómetros al este de Asunción.


Una semana después de la masacre, el Parlamento paraguayo cesó al exobispo Lugo tras un controvertido juicio político y nombró como Presidente a Federico Franco, del Partido Liberal, hasta entonces aliado de Gobierno.

Arnaldo Quintana de 20 y Nestor Castro de 31, ambos heridos de bala por la Policía durante el enfrentamiento, Felipe Martínez de 58 años, Adalberto Castro Benítez de 25 años, y Villalba, de 47, iniciaron su huelga de hambre para pedir su excarcelación y la inclusión de las tierras en disputa en la reforma agraria.

Los terrenos de Marina Cué, el nombre de la hacienda de Curuguaty donde ocurrió la matanza, y llamado así porque durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) eran usadas por un destacamento de la Marina, son disputadas por el Estado y la empresa Campos Morombí en un litigio que dura ya casi una década.

La firma pertenece a la familia del fallecido empresario Blas N. Riquelme, un importante cargo del Partido Colorado, la formación del actual presidente del país, Horacio Cartes.



"Nosotros entramos a las tierras porque sabíamos que eran del Estado y nunca esperamos que se realizara un desalojo de esa forma. Siempre habían sido pacíficos, esperábamos que la Policía viniera a dialogar, yo estaba con mi hija de 3 meses", recordó Villalba.

Los labriegos reclaman que durante la investigación de la matanza desaparecieron pruebas como casquillos de balas de armas automáticas, que demostraban, según ellos, que no fueron sus escopetas las que dispararon contra el batallón de 300 agentes de las Fuerzas Especiales de la Policía.

La Fiscalía les acusa de homicidio doloso, asociación criminal e invasión de inmueble ajeno.


"Somos inocentes. Estamos perdiendo muchos kilos, tenemos dolor de cabeza, mareos... pero no hay alternativa", declaró Castro, que durante el tiroteo recibió un disparo que le destrozó la mandíbula.

"Las instituciones del Estado, principalmente la Justicia, están al servicio de los ricos, por eso históricamente la única vía para la recuperación de las tierras robadas durante la dictadura es la ocupación. Son nuestras y seguimos con la intención de recuperarlas", manifestó Villalba.

viernes, 14 de marzo de 2014

La orquesta juvenil paraguaya que surgió del vertedero se va de gira con Metallica

La mítica banda de rock estadounidense Metallica arranca su gira por Suramérica el próximo domingo en Colombia con un peculiar grupo telonero, una humilde orquesta juvenil de Paraguay que toca con instrumentos reciclados del vertedero de su barrio.


"Es algo que ni en el sueño más loco piensas que va a pasar", dijo Glen Cabrera, de 20 años, en medio del último ensayo antes de salir de gira, mientras acariciaba con orgullo su trombón, que en vez de botones dorados tiene llaves y monedas.

Hacer que la Quinta Sinfonía de Beethoven suene con violines hechos de latas de conserva, y saxofones y trompetas a base de cañerías viejas fue uno de los primeros desafíos de esta orquesta creada para apartar a los niños de los peligros del vertedero donde sus padres trabajan.

La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, o "Reciclados" como se autodenominan sus miembros, lleva semanas transformando su repertorio de música clásica y folclore latinoamericano a sonidos más rockeros.


Para la ocasión han preparado varias adaptaciones de conocidos himnos del rock, aunque no quisieron desvelar cuáles.

"Suenan bastante bien porque nuestros instrumentos están hechos de metal. Justamente tenemos un timbre metaloso-latoso que corresponde perfectamente", explicó uno de los tutores de la orquesta, Thomas Lecourt, un saxofonista francés de 26 años, que llegó como voluntario al barrio y sumó sus conocimientos a la banda.



Hasta han diseñado una nueva guitarra para la ocasión, eléctrica, claro, para poder distorsionar un poco la melodía, pero hecha con una tabla de madera para picar comida, manteniendo su sello de aprovechar todos los recursos a su alcance.

"Les vamos a llevar metal en serio", dijo riéndose Andrés Riveros, otro joven saxofonista.

A sus 19 años trabaja y acaba de entrar en la universidad, algo que él mismo creía impensable hace seis años cuando corría entre los desechos del vertedero hasta toparse con las clases de guitarra del director de la orquesta, Favio Chávez.

"Nunca pensé que viajaría a España o Estados Unidos y mucho menos que tocaría con Metallica, casi nos dio una llorera cuando nos enteramos", destacó.

El proyecto social que comenzó en 2006 como meras clases de música se convirtió enseguida en una institución en el "Bañado Sur", donde se encuentra el barrio de Cateura y el vertedero municipal de la capital de Paraguay.

Es fácil saber donde comienza "el bañado", como se conoce en Asunción a las barriadas pobres a las orillas del río Paraguay.

Se termina el asfalto, las calles se pueblan de carros tirados a caballo, los tendidos eléctricos, si existen, son enormes madejas de cables sueltos, y siempre hay alguna acera inundada por las crecidas del río.


En Cateura, dependiendo de hacia donde sople el viento ese día, suele notarse el terrible olor que exhala el vertedero municipal de una ciudad que no cuenta con sistemas de reciclado y eliminación de desechos de forma sostenible.

Este es el entorno de donde sale el arte, ya internacional, de la Orquesta. El tráiler de un documental sobre el proyecto tuvo millones de reproducciones en YouTube hace un par de años y provocó una oleada de ofertas de ayuda desde el extranjero.

Donaciones de dinero e instrumentos, invitaciones de gobiernos y casas reales europeas, como la española o la holandesa, propuestas de conciertos en EE.UU. e incluso en Palestina comenzaron a inundar el correo electrónico de Chávez, mientras en su país ninguna autoridad les echaba una mano, si quiera para encontrar un local mejor donde ensayar.

Los integrantes de Metallica, tras conocer el éxito del proyecto emprendido por Chávez, ingeniero ambiental que llegó a trabajar en el vertedero y se reconvirtió en profesor de música, decidieron hace unos meses invitar a tocar a los Reciclados con ellos.

El sábado inician el viaje junto al grupo de rock, que les llevará a Colombia, Ecuador, Perú, de vuelta a Asunción, después a Santiago de Chile y Buenos Aires.

A pesar de sus éxitos, los chicos y chicas de la banda no sufren de la egolatría de otros artistas, como se pone de manifiesto en sus ensayos, donde los más mayores ayudan a los principiantes.

Riveros desea que los fanáticos de Metallica queden satisfechos con sus versiones rockeras y sinfónicas.

"Espero que si no les gusta, no nos tiren tomates, que en Paraguay están carísimos", dijo entre risas.








domingo, 9 de marzo de 2014

Niñas indígenas paraguayas y el desafío de llegar a la educación secundaria

 
General Resquín (Paraguay).- Dos niñas de una remota comunidad indígena en Paraguay se convierten en las primeras mujeres de su grupo en acceder a la educación secundaria y logran salir a estudiar a unos 150 kilómetros de su hogar, gracias a un proyecto de una ONG dedicada a promover los derechos de la infancia.

Alicia y su prima Roselda tienen 13 años. Si fueran blancas y vivieran en Asunción, la capital del país, el hecho de que lleguen a la educación secundaria no sería noticia.

Pero continuar estudiando en la adolescencia siendo niña e indígena en un entorno rural las convierte en auténticas heroínas.

La comunidad Tapyiku se compone de varias familias nativas que viven en pequeñas casitas de madera, donde la luz eléctrica, el baño o el suelo de baldosas son un lujo exótico y la producción agraria apenas alcanza para alimentarse.

Esquivar el embarazo prematuro, el machismo imperante en su sociedad y en el país en general, las enfermedades relacionadas con la falta de alimento y la pobreza que afecta al 32 por ciento del país, según las Naciones Unidas, no es una tarea fácil.

El 76 por ciento de los aproximadamente 116.000 nativos del territorio de Paraguay están en situación de pobreza extrema, según el Instituto Nacional del Indígena (INDI).

Lo que se traduce en una desnutrición crónica, en enfermedades parasitarias o abortos espontáneos, dijo la enfermera del puesto de Salud del municipio, Adela Ávalos, que periódicamente atiende a la comunidad.

A pesar de las dramáticas estadísticas que describen la situación de los indígenas de Paraguay, las ganas de Roselda y Alicia por continuar estudiando matemáticas y convertirse algún día en maestras lograron revolucionar a esta pequeña comunidad de nativos Avá guaraní, situada en el departamento de San Pedro.


Con el apoyo y supervisión de la ONG Plan Internacional, dedicada a la lucha por los derechos de la infancia, las niñas lograron el permiso del consejo de ancianos y del cacique del grupo para viajar a unos 200 kilómetros e internar en una escuela agrícola ecológica.


Para la comunidad supone también un gran desafío y una enorme responsabilidad permitir a las chicas salir de su entorno de caminos de tierra roja y precarios cultivos de mandioca y maíz. Tienen miedo, explicó Marcelino Prieto, director regional de Plan Paraguay en San Pedro.


Saben que son un ejemplo para el resto de niños y niñas, que solo desde hace algunos meses disponen de una pequeña escuela de educación primaria, construida y equipada por la ONG.

Pero también creen que fuera son carne de cañón para las redes de trata de personas que actúan en el país, a lo que suman la mitificación de la violencia en las ciudades y la discriminación que sufren por buena parte de la sociedad.

Para la directora y maestra de la escuela local, Blácida Quiñones, el ejemplo de estas dos niñas es muy importante para el resto.

"Esto es muy pequeño. Todos saben ya que ellas vencieron el miedo y las quieren imitar", dijo Quiñones.

"En los primeros tiempos no se animaban. Primero se fue Alicia y después conseguimos animar a la otra", añadió.


Alicia y Roselda ya han pasado un curso fuera de su hogar y han vuelto a casa para contarlo y mostrar sus excelentes calificaciones.

Roselda apenas logra controlar su timidez para enseñar su cuaderno de notas, que demuestra que el español ya no es ningún desafío para ella ya que su calificación constata que lo habla y escribe tan bien como el resto de sus compañeros que no se manejan en el idioma guaraní.

También destaca en sus amadas matemáticas y en el resto de asignaturas, lo que para su orgullosa maestra demuestra que ellas son tan inteligentes como cualquier otro niño.

"Ahora se sienten a gusto, se sienten bien, se apoyan la una a la otra. Su futuro debe ser la universidad", sentenció.